Mario me había insistido para que le acompañara, yo no estaba muy convencida, estaba un poco cansada de “los abandonos” como le llamaban, que consistían en entrar en un lugar abandonado y fotografiar todo lo fotografiable.
Todo lo fotografiable que suele ser bien poco, ya que esos lugares abandonados, normalmente están arrasados, la gente se encarga de hacer pintadas, que digo yo que porque todo el mundo pinta “pollas” en las paredes o el cerdo ese…. Que nunca he sabido que significa, pero que seguro que tiene su significado. Y lo de las hogueras… en serio que no entiendo que tienen esos lugares para que siempre haya alguien que lo quiera quemar… porque imagino que no será una hoguera para calentarse… pero a lo mejor. Y tanto escombro… y encima hay que tener cuidado porque puede haber venido antes que tu algún deficiente que haya intentado robar todo el hierro de los techos, que si que tienen hierro y el techo se te venga abajo cuando andes tu por ahí.
Y cuidado con las escaleras, siempre pisar lo más cerca posible de la pared, a ver si se te va a hundir… bueno el caso es que con estos antecedentes de los abandonos, no era algo que me ilusionara especialmente. Es cierto que cuando encuentras muebles, objetos personajes, documentos, te hace mucha ilusión… porque eso si que es fotografiable, pero no pensaba yo que el Hotel Claridge tuviera mucho dentro.
Sabia que a este tipo de sitios no es bueno ir solo, por si te caes, o se te cae algo encima asi que le acompañe. El ya había ido con otra gente y me dijo que el sitio tenia muchos objetos dentro, de hecho creo que hasta le saltó la alarma.. asi que pensé que muy abandonado no estaría, al menos los dueños seguían manteniendo la alarma.
Llegamos al hotel un sábado por la mañana, y resultaba impresionante, al menos por fuera, pensé, pero imaginé que por dentro ya estaría todo arrasado. Cuando entras en un lugar de este tipo, el corazón te late más deprisa, no dejas de pensar que en cualquier momento te llegará la guardia civil, la policía municipal o el guarda de seguridad increpándote porque has entrado en una propiedad privada.
Pero en el Hotel Claridge no había nadie y realmente no estaba tan destrozado como pensaba, aun no había sido arrasado… Aunque imaginé que la próxima vez que viniera ya estarían las paredes con esos grafitis desagradables y estúpidos que pone la gente en las paredes, y si quedaba aún algún mueble ya estaría quemado y destrozado.
Estuvimos más de una hora paseando por el interior.. haciendo fotos, aprovechando la luz que entraba por las ventanas, intentando no tocar nada, regla del urbex, deja todo como te lo encuentres. El silencio era sepulcral, no se oia nada, nada de nada, ni pájaros, ni moscas voladoras, ni un gato corriendo… no se oia nada…
Sabíamos que el hotel llevaba a la venta más de 20 años, por lo que entendíamos que se intentara preservar lo más posible. En un momento de los que estábamos caminando por un pasillo, se oyó un timbre de teléfono. Nuestro corazón, o al menos el mio se puso a latir a mil por hora… De donde sonaba el teléfono? Por fín dejó de sonar… fueron dos minutos interminables.
Decidimos salir de ahí.. al menos yo ya no quería seguir, salimos por la misma ventana que habíamos entrado, y aún no habíamos salido, y el teléfono volvió a sonar estridentemente llenando todo de su ruido, otros dos minutos hasta que se paró.
Ya fuera del hotel comentamos cuanto nos sorprendía que el teléfono siguiera funcionado después de tantos años abandonado y volvimos a oir el teléfono. Estaba fuera, sonaba desde fuera del Hotel, rodeamos el hotel, hasta que vimos que el teléfono que sonaba provenía de una de las dos cabinas telefónicas que estaban en la entrada del hotel, nos acercamos a las cabinas, los teléfonos estaban destrozados a pedradas… daba la sensación… no tenían ni línea telefónica, ni cables de ningún tipo.
Y volvió a sonar… y descolgamos el auricular que sonaba y en ese momento, el hotel encendió sus luces.
Texto: Eva Saez @zenalmor
Fotos Mario Alfonso
